Delante de un gran ventanal, un grupo de hombres conversan.
-¿Veis ese castillo en la cima de aquella montaña? - y señalo con el dedo hacía el lugar. - Siempre me han dicho, desde pequeño, que allí vive un vampiro lo llaman Don Sanguinis.
-¿Tu lo has visto alguna vez? - le preguntó su compañero.
-¿Pero todo eso quién lo dice? - quiso saber un hombre con el pelo canoso.
-La gente del pueblo. Sospechan que el vampiro es un hombre que compró hace más de una década el edificio, pues, de un día para otro no se le volvió a ver y eso causa sospechas.
-Yo no creo que existan los vampiros, yo pienso que eso es un cuento de abuelas. - afirmó el más escéptico. Cuando el narrador pretendía seguir contando cosas sobre el supuesto vampiro, se abrió la puerta y entraron por ella dos chicas vestidas de blanco. Y una de ellas acercándose al narrador dijo:
-Vamos Pepe que le tocan ya las pastillas.
Así es como se crean los rumores, lo dicen unos idiotas, luego unos aún más idiotas lo creen y divulgan, y la bola se hace grande.
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